La historia del baklava se remonta a la antigua Mesopotamia. Se cree, sin embargo, que los asirios, cerca del siglo VII a. C., fueron los primeros en colocar unas pocas capas de masa de pan junto a nueces
trituradas entre esas capas, añadiendo un poco de miel y horneándolo en
sus hornos de madera primitivos. Esta temprana versión del baklava se
cocinaba sólo para ocasiones especiales, siendo de hecho considerado
históricamente una comida para las clases acomodadas hasta mediados del siglo XIX.
En el siglo XV, los otomanos conquistaron Constantinopla,
expandiendo sus territorios a gran parte de los antiguos territorios
asirios y al reino Armenio por completo. Por cuatrocientos años, desde
el siglo XVI hasta la declinación del Imperio otomano en el siglo XIX, las cocinas del Palacio Imperial Otomano en Constantinopla, se convirtieron en el cenit culinario del Imperio. Vryonis, mencionados en los Deipnosofistas, como baklava y lo llama un "favorito Bizantino".
La elaboracion de este pastelse realiza:
En un bol, mezcla los frutos secos picados (nueces y pistachos) con la canela y el azúcar. Reserva.
Coge un molde con bordes altos (tipo cortapastas) y unta el interior con la mantequilla fundida. Extiende encima dos hojas de pasta philo. Úntalas con un poco de mantequilla y de tahín. Añade una porción de la mezcla de frutos secos, azúcar y canela.
Coloca
encima 2 hojas de pasta philo y repite el proceso hasta terminar con
los ingredientes, finalizando con 2 hojas juntas de pasta philo untadas
con mantequilla.
Marca las porciones con una espátula. Hornea a 180ºC durante 30-45 minutos.
Para el almíbar, pon a cocer durante 3 minutos el agua, la miel y las cáscaras de naranja y limón.
Cuando el pastel esté listo, sácalo del horno y rocíalo con el almíbar.
Lo dejaremos reposando durante 24 horas.
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