jueves, 21 de febrero de 2019

La asignatura pendiente de las estrellas Michelín

Hoy en día estamos acostumbrados a shows televisivos de cocina de afamados cocineros, donde se vende una realidad de la cocina deformada. Por activa y  por pasiva, se nos hace entender que las voces, prepotencia y arrogancia es moneda común de los chefs y el desprecio hacia los aprendices como algo aceptado. Lo que nunca debieran confundir estos jefes de cocina, es que no es lo mismo las voces en cocina para cantar una comanda o dar ódenes de trabajo que su falta de respeto y egocentrismo.

Lo más grave si cabe, en mi humilde y sincera opinión, es que los jóvenes aprendices en prácticas aceptan todo tipo de tropelías y merma de derechos laborales para engordar su currículum y aprender algo. No es lógico, que tras siglos de lucha del movimiento obrero y sindicatos desde el siglo XIX en adelante, hoy se acepte esta realidad y ni si quiera las autoridades competentes legisle en esta materia. No deben olvidar estos chefs que ahora van de artistas ególatras, que los trabajadores y aprendices son personas y tienen derechos desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos; sus trabajadores les sirven pero no son sus sirvientes y además, estos aprendices están contribuyendo a engordar sus cuentas bancarias y sin cobrar un euro.

Más triste todavía que todo lo anterior, cuando desde las escuelas de hostelería no se fomenta el trabajo en equipo, el compañerismo y la humildad para trabajar en cocina. Los currículos académicos imponen muchos conocimientos  y estupideces burocráticas en vez de enseñar a trabajar como se hace en una cocina real.Tal vez, los chefs actuales debieran ir otra vez a las escuelas a aprender la asignatura pendiente: humildad y tener acertividad con sus trabajadores.

Algo estará pasando cuando chefs con estrella Michelín están cerrando sus restaurantes y centrándose en una cocina más asequible a la mayoría. A pesar de esta crítica, quiero mostrar mi profundo respeto y admiración a todos estos cocineros innovadores y estrellas Michelín e incansansables trabajadores, pero sino respetan a sus trabajadores y aprendices no se respetan a ellos mismo ni al noble oficio de la cocina ni merecen consideración alguna.


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