El hojaldre es una masa crujiente llevada a Europa por los 
árabes, aunque su origen es anterior, pudiendo encontrarse referencias a
 pastas y masas hojaldradas en la Grecia y Roma clásicas. Se elabora con harina, grasa (mantequilla, manteca de cerdo o margarina), agua y sal. Es crujiente y su textura es uno de sus grandes atractivos.

 Algunos autores atribuyen la invención del hojaldre al francés Claude 
Geleé, llamado Le Lorrain (1600-1682), el cual fue pastelero antes de 
dedicarse a la pintura en la que consiguió renombre. Otros historiadores
 opinan que el inventor fue el renombrado pastelero Feuillet. También
 la leyenda ha atribuido a la casualidad  la invención de la pasta de 
hojaldre, pero la realidad es que no se puede saber a ciencia cierta de 
donde proviene. Pues se sabe por documentos  dignos de fe, que se 
conocía desde tiempos inmemoriales. Larousse Gastronómica dice que los 
antiguos griegos hacía hojaldres muy especiados. Los aztecas, en México,
 se confeccionaban unos delicados pastelillos de milhojas a los que 
daban sonoros nombres (“tlacepoallitlaxcalli”, “vietlaxcalli” o “tlaxcallmimilli”).
 La cocina medieval islámica está plagada de menciones a la respostería 
hojaldrada con miel y frutos secos. En una carta del obispo Roberto de 
Amiens, en 1311, se menciona la pastelería hojaldrada. También hay 
menciones a una pasta hojaldrada  de aceite que se elaboraba con el 
máximo secreto en la ciudad francesa de Cahor durante el reinado de 
Carlos V.
 Es evidente pues que no fue Geleé el inventor del hojaldre, aunque es 
indudable que los pasteleros del siglo XVI, XVII y XVIII contribuyeron a
 su gran difusión y propagación. Introduciendo novedades, mejorando la 
calidad y elaborando recetas que aún hoy en día se utilizan. Sea como 
fuere el hojaldre es una de las masas de pastelería más empleadas, que 
nos ofrece infinidad de posibilidades y múltiples combinaciones 
decorativas y de sabor. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario